El arte de morir giraba en
torno a la desaparición de un joven pintor, miembro de un grupo de amigos.
Años más tarde, a causa de
un objeto del difunto encontrado por un yonki, la policía vuelve a abrir el
caso.
Debido al enorme peso que
tienen en sus conciencias, ya que todos estaban implicados, deciden ir al lugar
donde lo ocultaron, desatándose una explosión.
Aparentemente ilesos, las relaciones entre ellos son tensas hasta el punto que algunos de ellos deciden no tratarse.
En el subconsciente de uno
de ellos, la figura del pintor le advierte que van a morir uno a uno, hecho que
ocurre de las maneras más extrañas e inimaginables, hecho que también les pone
en el punto de mira de un inspector de policía.
Fue una buena película de
terror, que creaba una atmósfera inquietante, ya que entre otras cosas, el
espectador no distingue entre realidad o ficción, hecho que provoca que se
mantenga la tensión a lo largo del metraje hasta desembocar en un desenlace
verdaderamente inesperado.
Al estilo de peículas como “La Escalera de Jacob”, de Adrian Lyne, o “Abre los Ojos” de Alejandro Amenabar o su remake “Vanilla Ski, en vez de ser una película de sangre, que la hay, o una película de susto fácil, lo verdaderamente escalofriante es el no saber que parte es imaginación y que parte real, cosa que realmente se descubre al final de la trama.
Un clásico que personalmente
recomiendo recomiendo.
De la realización se hizo
cargo Alvaro Fernandez Armero, y en el reparto figuraban Fele Martinez, Elsa
Pataki, Sergio Peris Mencheta, María Esteve, Lucía Jimenez, y Emilio Gutiérrez
Caba.
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